GRAN CRUZ DE BELÉN FRANCISCANA SIGLO XVIII DE ALTAR. EN EN MADRID
Gran Cruz de Belén Franciscana siglo XVIII de Altar. en raíz de olivo y madre perla Nácar Gran Cruz de Belén Franciscana siglo XVIII de Altar. en raíz de olivo y madre perla Nácar Desde el siglo XVI hasta el XIX numerosos objetos artísticos de origen americano y asiático llegaron a la Península Ibérica utilizando las rutas marítimas que se habían establecido a través de los océanos Atlántico y Pací fi co. Este hecho propiciaría la presencia de gran cantidad de piezas procedentes de ultramar distribuidas en colec- ciones privadas y ajuares religiosos en Andalucía, además de un importante movimiento migratorio hacia las Indias que tendría como resultado la recepción de creaciones americanas como parte de legados particulares hacia la tierra de origen. Las primeras salidas de envíos a la metrópoli se manifestaron en forma de donaciones realizadas por funcionarios civiles a su lugar de procedencia como muestra de agradecimiento por las fortunas atesoradas o como un conjunto de bienes de difuntos que quedaban testados a familiares en la península. En la mayoría de los casos se trataba de ajuares de plata y piedras preciosas destinados a instituciones religiosas, además de otros objetos sagra- dos realizados en materiales exóticos. Entre ellos serían los mar fi les hispano fi lipinos los más preciados y abundantes a los que habría que sumar otras piezas realizadas en maderas nobles lacadas y con incrustaciones de nácar. Estas donaciones no solamente fueron realizadas por particulares dedicados al com- ercio o funcionarios civiles que viajaron al Nuevo Mundo, sino también por miembros del clero secular y de órdenes religiosas que participaban de este tipo de patrocinios. Como ejemplo signi fi cativo habría que señalar las mandas testadas por el arzobispo Vizarrón a la catedral de Sevilla desde su mitra novohispana para realzar la dignidad de la sede hispalense. Del mismo modo la vinculación de los regulares con sus conventos de origen quedó marcada por el envío de algunos objetos artísticos. El hecho de que un fraile fuese elegido provincial u obispo de una demarcación indiana condicionaba gran parte de estos envíos artísticos como señal de agradecimiento por dicha designación y recordatorio hacia sus hermanos del vínculo fraternal existente. Este fenómeno de intercambio artístico ha sido estudiado por numerosos investigadores que han puesto de manifiesto el elemento sentimental y devocional del que estaban cargados dichos envíos, así como la singularidad estética de las piezas recibidas que llamaban poderosamente la atención entre sus receptores. Cabe citarse entre otros estudios: PALOMERO PÁRAMO, Jesús (dir.): Catálogo de la exposición Plata labrada de indias, Huelva, 1992; VV.AA: México en el mundo de las colecciones de arte, Nueva España, Azabache, México, 1994; VV.AA.: “Tesoros de México en España”, Artes de México, núm. 22, México, 1993-1994; GARCÍA SÁIZ, María Concepción: “Arte viajero. De objeto de consumo a pieza de colección”, en Catálogo de la Exposición España y América (…), Op. cit., p. 203-208. PLEGUEZUELO HERNADEZ, Alfonso: Manuel Ribero. Los encargos artísticos de un mercader andaluz del siglo XVIII. Diputación de Huelva, Huelva, 2005. 3 Consistió en doce blandones de plata, un cáliz con su patena, vinajeras con platillo y campa- nilla, y dos copas con sus salbillas, todas estas piezas realizadas en oro. RUBIO MERINO, Pedro: “El arzobispo virrey Vizarrón y el Cabildo de la Catedral de Sevilla”, en A ctas de las I Jornadas de Andalucía y América, vol. II, Huelva, 1981, pp. 117-131. De Sevilla partieron entre otros Antonio de Zayas a Nicaragua (1575-1580), Juan Izquierdo al Yucatán (1588-1602), Juan Lasso de la Vega a Santiago de Cuba (1731-1752) y Juan Ramos Lora a Mérida y Maracaibo (1782-1790). Los franciscanos fueron los principales protagonistas en la labor evangelizadora desempeñada en las Indias desde los inicios de la presencia española. Una vez confeccionado el mapa administrativo de las posesiones de ultramar, los franciscanos quedaron distribuidos en diferentes provincias. La presencia de la orden seráfica en sitios inhóspitos de Méxi- co y Filipinas les llevó a erigir diferentes misiones, que en algunos casos fueron asediadas por los nativos y concluyeron en crueles martirios hacia los propios frailes. Por otro lado, los franciscanos gozaron de un gran prestigio dentro de la jerarquía eclesiástica indiana, hecho que se vio reflejado en la provisión de numerosos cargos episcopales para que hermanos peninsulares se hiciesen cargo de aquellas diócesis. Para más información sobre sus labores eclesiásticas consúltese: CASTAÑEDA DELAGADO, Paulino: “Carrera de Indias, camino de Dios”, en Catálogo de la exposición Magna Hispalensis, Sevilla, 1992, pp. 303-342
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