LAS GRANDES ENSEÑANZAS CÓSMICAS DE JESÚS DE NAZARET EN CÁCERES
¿Qué respondería usted si le preguntaran qué enseñó Jesús de Nazaret a las personas de su época? Enseñó el amor al prójimo y el amor a los enemigos, el pacifismo y la no violencia, perdonar y pedir perdón, simplemente todo lo que contiene Su Sermón de la Montaña.
Sí, todo esto fue lo que enseñó Él, el Hijo del Padre Eterno, cuando estuvo en la Tierra, pero también mucho, mucho más. Lo que la mayoría de las personas conocen hoy en día de las enseñanzas de Jesús de Nazaret representa solo el contenido de un «dedal» de la gran cantidad de enseñanzas, de ejercicios para el autorreconocimiento y de explicaciones sobre la verdadera vida del alma. Todo esto fue lo que Él enseñó en el círculo más reducido de Sus discípulos.
A través de la profeta y enviada del Reino Eterno, Gabriele, el conocimiento ancestral que Jesús de Nazaret transmitió a Sus discípulos hoy es accesible a todas las personas. Es la Ley del Altísimo la que nos permite comprender las relaciones cósmicas de todo lo que vive y nos familiariza de nuevo con nuestro origen como hijos e hijas de Dios.
En el libro «Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret» están escritas estas leyes omniabarcantes, la «Ley Absoluta», tal como fue dada a través de Gabriele, encontrando eco en nuestra alma porque despierta en nosotros el recuerdo de nuestra verdadera Existencia eterna como seres celestiales. Por ejemplo:
Si te has encontrado, has encontrado a Dios, y en el universo, estás en casa. Entonces no necesitas mirar alrededor buscando el universo, no necesitas mirar hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia arriba, hacia abajo –en ti está el universo; en ti está Dios; en ti está tu prójimo; en ti están todas las fuerzas de los reinos de la naturaleza. Si te has encontrado, ves en profundidad todo en ti, porque tú mismo eres todo en todo.
A través de las enseñanzas del Reino de Dios, aprendemos hoy en día que aunque venimos de la Ley Absoluta, al alejarnos de Dios hemos entrado y nos hemos enredado en la ley de «Siembra y cosecha». Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret van dirigidas a lo más elevado de nosotros, a lo puro y perfecto, para que podamos reconocer y superar más fácilmente lo humano negativo, lo que no está bien y es egoísta. Son ayudas muy prácticas y concretas para ponerlas en práctica en la vida cotidiana.
En esta obra de más de 900 páginas, encontramos también numerosas y profundas explicaciones de Gabriele sobre las perlas de la Ley Absoluta y divina, que nos facilitan comprender el sentido profundo de las grandes enseñanzas cósmicas y cómo utilizarlas en nuestra vida. Cristo manifiesta, por ejemplo:
Si te apoyas en tu prójimo y tu prójimo se apoya en ti, con el tiempo ambos os cansaréis y os hartaréis de vosotros, porque las energías que os transmitís y quitáis mutuamente pronto se agotan. ¿Qué sucede entonces?
Las consecuencias son desavenencias, disputas, discordia y desunión. Cuando estáis hartos el uno del otro, cada uno se busca otra víctima, en la que de nuevo se apoya –y eventualmente la víctima a su vez en él–. Entonces se produce nuevamente lo mismo que hubo anteriormente.
Gabriele explica:
Vivir en el Espíritu de Dios significa edificar nuestra vida en Dios, confiarnos a Dios y estar con nuestro prójimo y por nuestro prójimo.
Por lo tanto, no hemos de utilizar a nuestro prójimo en el sentido de exigir y reclamar de él lo que nosotros no tenemos y que él tampoco puede darnos. Si confiamos en Dios y nos confiamos a Él, recibimos lo que necesitamos y también estamos entonces por nuestro prójimo y con él. En lugar de desavenencias, disputas y discordia, hay unión. El «estar harto de» se transforma en sentido comunitario. En lugar de rechazar al prójimo para dirigirnos a otro, le seremos fieles, de modo que disolvemos el circuito que una y otra vez nos conduciría a otra tentación y a otros pecados, a otra decepción y a otro «estar harto de».
Nuevo 916 Páginas Tapa dura
Disponible en eBook 12 euros
https://editorialgabriele.com/
Sí, todo esto fue lo que enseñó Él, el Hijo del Padre Eterno, cuando estuvo en la Tierra, pero también mucho, mucho más. Lo que la mayoría de las personas conocen hoy en día de las enseñanzas de Jesús de Nazaret representa solo el contenido de un «dedal» de la gran cantidad de enseñanzas, de ejercicios para el autorreconocimiento y de explicaciones sobre la verdadera vida del alma. Todo esto fue lo que Él enseñó en el círculo más reducido de Sus discípulos.
A través de la profeta y enviada del Reino Eterno, Gabriele, el conocimiento ancestral que Jesús de Nazaret transmitió a Sus discípulos hoy es accesible a todas las personas. Es la Ley del Altísimo la que nos permite comprender las relaciones cósmicas de todo lo que vive y nos familiariza de nuevo con nuestro origen como hijos e hijas de Dios.
En el libro «Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret» están escritas estas leyes omniabarcantes, la «Ley Absoluta», tal como fue dada a través de Gabriele, encontrando eco en nuestra alma porque despierta en nosotros el recuerdo de nuestra verdadera Existencia eterna como seres celestiales. Por ejemplo:
Si te has encontrado, has encontrado a Dios, y en el universo, estás en casa. Entonces no necesitas mirar alrededor buscando el universo, no necesitas mirar hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia arriba, hacia abajo –en ti está el universo; en ti está Dios; en ti está tu prójimo; en ti están todas las fuerzas de los reinos de la naturaleza. Si te has encontrado, ves en profundidad todo en ti, porque tú mismo eres todo en todo.
A través de las enseñanzas del Reino de Dios, aprendemos hoy en día que aunque venimos de la Ley Absoluta, al alejarnos de Dios hemos entrado y nos hemos enredado en la ley de «Siembra y cosecha». Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret van dirigidas a lo más elevado de nosotros, a lo puro y perfecto, para que podamos reconocer y superar más fácilmente lo humano negativo, lo que no está bien y es egoísta. Son ayudas muy prácticas y concretas para ponerlas en práctica en la vida cotidiana.
En esta obra de más de 900 páginas, encontramos también numerosas y profundas explicaciones de Gabriele sobre las perlas de la Ley Absoluta y divina, que nos facilitan comprender el sentido profundo de las grandes enseñanzas cósmicas y cómo utilizarlas en nuestra vida. Cristo manifiesta, por ejemplo:
Si te apoyas en tu prójimo y tu prójimo se apoya en ti, con el tiempo ambos os cansaréis y os hartaréis de vosotros, porque las energías que os transmitís y quitáis mutuamente pronto se agotan. ¿Qué sucede entonces?
Las consecuencias son desavenencias, disputas, discordia y desunión. Cuando estáis hartos el uno del otro, cada uno se busca otra víctima, en la que de nuevo se apoya –y eventualmente la víctima a su vez en él–. Entonces se produce nuevamente lo mismo que hubo anteriormente.
Gabriele explica:
Vivir en el Espíritu de Dios significa edificar nuestra vida en Dios, confiarnos a Dios y estar con nuestro prójimo y por nuestro prójimo.
Por lo tanto, no hemos de utilizar a nuestro prójimo en el sentido de exigir y reclamar de él lo que nosotros no tenemos y que él tampoco puede darnos. Si confiamos en Dios y nos confiamos a Él, recibimos lo que necesitamos y también estamos entonces por nuestro prójimo y con él. En lugar de desavenencias, disputas y discordia, hay unión. El «estar harto de» se transforma en sentido comunitario. En lugar de rechazar al prójimo para dirigirnos a otro, le seremos fieles, de modo que disolvemos el circuito que una y otra vez nos conduciría a otra tentación y a otros pecados, a otra decepción y a otro «estar harto de».
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