Un motor térmico en un coche es una parte fundamental del sistema de propulsión de un vehículo. Es el encargado de convertir la energía térmica en energía mecánica para generar movimiento y permitir que el coche se desplace.
Este tipo de motor es conocido también como motor de combustión interna, ya que la combustión de un carburante en su cámara de combustión es lo que produce la energía térmica necesaria para su funcionamiento. El combustible utilizado puede ser gasolina, diésel o incluso gas.
El funcionamiento de un motor térmico se basa en cuatro tiempos: admisión, compresión, explosión y escape. En el tiempo de admisión, una válvula se abre permitiendo la entrada de una mezcla de combustible y aire en la cámara de combustión. Luego, en el tiempo de compresión, el pistón comprime esta mezcla hasta que alcanza una alta presión y temperatura.
Cuando la mezcla está comprimida, se produce la chispa de encendido generada por las bujías, lo que provoca la explosión y la liberación de gases calientes que expanden el pistón. Esta expansión es lo que genera el movimiento del pistón, que a su vez se transmite a través de un cigüeñal y un sistema de bielas a las ruedas del coche.
Finalmente, en el tiempo de escape, las válvulas se abren para permitir que los gases quemados sean expulsados hacia el exterior.
En resumen, un motor térmico en un coche es el encargado de convertir la energía térmica generada por la combustión de un carburante en energía mecánica para generar el movimiento necesario para que el vehículo se desplace. A través de un sistema de cuatro tiempos, el motor aprovecha la presión y temperatura generadas por la combustión para generar el movimiento del pistón y, finalmente, del coche.